Hoy día, la sociedad avanza a pasos agigantados, y esto lo podemos enfocar desde un modo positivo: nuevas tecnologías, medicina más avanzada y efectiva, nuevas formas de intervenir e interactuar con el individuo y la sociedad… pero también de un modo negativo: el avance tan rápido de la sociedad hace que los individuos también avancen y se insertan en ella de un modo avanzado, lo que puede resultar muy perjudicial para su persona. Por ejemplo, relacionando esto con el tema de la última exposición, es decir, con las adicciones, podemos ver como el avance de la sociedad hace que hoy día las adicciones en general y las drogas en particular, están a la orden del día, lo que hace que el individuo entre cada vez a una edad más temprana en contacto con las drogas, lo que da lugar a que veamos día a día como los jóvenes se relacionan en el entorno de las drogas con total normalidad, conociéndolas, teniendo fácil acceso a ellas…
Debido a este gran problema, me gustaría dedicar esta entrada a la reflexión sobre la intervención en drogodependencias. Es cierto que conocemos numerosas formas de intervenir ante este colectivo, pero, ¿sabemos cuál es la mejor?
A mi parecer, la mejor forma de intervenir se lleva a cabo a través de la prevención, ya que si se llevan a cabo prevenciones correctas dirigidas tanto al individuo en concreto, como a su entorno y la sociedad en general, evitaríamos que éste desarrolle algún tipo de adicción, lo que nos llevaría a reducir el índice de intervenciones posteriores con la persona que ya se ha convertido en adicta.
Ahora bien, debemos cuestionarnos cómo debe ser una intervención preventiva para que tenga éxito y funcione en la sociedad. En primer lugar debemos olvidar que para prevenir la adicción, esta intervención debe hacerse en un primer momento con el adolescente, puesto que si esto sucede así, ya habremos perdido el caso casi en su totalidad. Esto se debe a que en ese momento el adolescente ya ha tenido normalmente cierto contacto con las drogas, no en el sentido de que las haya probado, sino que ya las conoce, sabe algo de ellas, conoce a gente que consume… por lo que todo lo que se le diga acerca de ellas le resultará aburrido y repetido y hará oídos sordos ante el tema. Es por ello preciso que la prevención se realice desde una temprana edad, al ser posible desde el momento en el que el individuo comienza a ser un ente más en contacto con la sociedad. Para ello un factor muy importante se queda reflejado en la familia, la cual induce al individuo al proceso de socialización primaria. Con respecto a esto, para que la prevención ante las drogas se realice del modo más correcto posible, podemos llevar a cabo intervenciones con los padres, a través de información exhaustiva sobre el tema, pero también de formación, formación en valores y aptitudes que sean transmitidas al menor.
En cuanto al menor, debemos tener en cuenta que la prevención debe realizarse a nivel educativo, desde el primer momento en el que el niño entra a las instituciones educativas, es decir, en torno a los cuatro o cinco años, ya que de este modo conseguiremos que el menor entienda las drogas y la adicción a ellas como un problema y algo negativo, con lo cual no debe vincularse nunca. Para ello es preciso desvincular, es decir, conseguir que no se relacione el consumo con algo positivo para el estatus de la persona, que le otorga valor y una posición jerárquica superior en la sociedad o en el entorno en el que se desenvuelve el menor.
Ya sabemos que este proceso de intervención tan temprana es dificultoso, pero no imposible, y es por ello que abogo por una intervención preventiva, en lugar de una intervención rehabilitadora, ya que la prevención evitaría numerosos problemas que se desarrollan a raíz de las adicciones, y como ya sabemos todos, “es mejor prevenir, que curar”.
Terminar diciendo una frase que desde mucho tiempo la pienso así, y es en relación a la erradicación de las drogadicciones a través de la prevención: “Para mí, el máximo esplendor de mi profesión interventiva, sería que no tuviese que intervenir”. Me refiero que si conseguimos realizar intervenciones preventivas correctas, llegaría un momento en el que las intervenciones posteriores no serian necesarias, y con ello, yo quedaría satisfecha, aun peligrando mi trabajo.
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